Hace ocho años que empecé a colaborar con este periódico.
Había recibido la llamada de Mamen y Manu pidiéndome una columna quincenal
sobre la actualidad de Torrent. Mi primer artículo, que hablaba de las elecciones que acababa de ganar
María José Català, lo escribí en junio de 2007. El de hoy será el último, al menos de momento. No, no se
preocupen. Ni Mª Carmen ni Manuel me han echado, al contrario. Tampoco yo me he
enfadado con nadie. Pero hemos creído que, con mi situación actual, debíamos
cerrar esta etapa, así que permítanme que les dé las gracias a todos ustedes
por soportarme.
Si hago
un cálculo por encima, creo que deben de ser alrededor de ciento sesenta las
cartas que he ido compartiendo con ustedes. Y debo decir que siempre lo he
hecho con absoluta libertad, tanto por parte de la dirección del periódico como
por parte de las instituciones locales, porque nunca he recibido ni un
reproche. Reconozco que a veces no he sido muy amable y que he podido llegar a
ser duro. He intentado hablar de lo que creía oportuno con honestidad y sin
entrar en el terreno personal, pero si alguna vez le he fallado a alguien,
sirva esta columna como disculpa. Por lo general, escribirla solo me ha producido
un par de disgustos y centenares de alegrías. Los disgustos no los olvido, pero
me los guardo. Las alegrías, en cambio, han sido mucho más enriquecedoras.
Tener
esta ventana abierta me ha permitido conocer a muchas personas de nuestra
población que de otra manera no podría haber conocido. Y no me refiero exclusivamente
a personalidades de la vida política, social o empresarial, sino también a
personas anónimas, de las que construyen Torrent día a día. Una vez era una
vecina del barrio, que me sugería algún tema; otra, un jardinero que me animaba
a denunciar la suciedad de algunos de nuestros vecinos; por último, alguien que
me felicitaba o me corregía alguna opinión con amabilidad. He disfrutado mucho
haciéndolo. Me encanta escribir y esta oportunidad me brindaba una ocasión
inmejorable para hacerlo y, sobre todo, para que me leyera la gente, que es lo
máximo a lo que aspira aquel que escribe algo.
Hablar
y escribir sobre Torrent me divierte muchísimo, porque adoro a esta ciudad.
Ahora que el periodismo parece estar tocado de muerte, es reconfortante ver que
proyectos como este sobreviven y tienen un espacio en nuestra sociedad. No saben lo ilusionante que era
llegar el sábado que se repartía La Opinión y leer los comentarios en mi muro
de Facebook o escucharlos en boca de los lectores en la cola del horno o en la
puerta del cole de mis hijos. Espero en el futuro volver a abrir esta
colaboración. Si ustedes tienen a bien volver a recibirme en el futuro, allí
les espero.
Así que
gracias a todos, muchas gracias de verdad, porque ha sido un placer.
Hasta
pronto.