Si le soy
sincero, no vi el famoso programa de Salvados sobre el accidente de
metro. No me gusta la forma que tiene de contar los hechos su
presentador, porque normalmente pretende armar follón. Sin embargo, sí
que he seguido la polémica que ha suscitado su emisión en los días
siguientes y, a decir verdad, los hechos que ahí se denunciaban ya
habían sido publicados en prensa durante los últimos meses o años,
especialmente en El Mundo o en el Levante, por lo que me llama la
atención la polémica. ¿Por qué se presta atención ahora y antes no?
Entiendo
perfectamente que el colectivo de víctimas de la asociación se pueda
sentir ninguneado o engañado por la Generalitat y que quieran esclarecer
la verdad de los hechos si consideran que la Justicia no ha investigado
de la manera que el suceso lo merece. Es más, creo que es una cuestión
que no sólo deberían defender las víctimas y sus allegados, sino toda
persona de sentido común. Y más aún si salen a la luz actitudes o
comportamientos que rayan en la inmoralidad más grave o en la
irresponsabilidad más inhumana.
Ahora
bien, Torrent no deja de ser un pueblo y aquí nos conocemos todos. En
el último pleno se lanzaron acusaciones, a mi juicio, muy graves contra
Santiago Miquel. Acusaciones que, por cierto, ya se lanzaron en el
pasado, y que él siempre se ha encargado de desmentir categóricamente.
Conozco bien a Santi -también lo conoce bien el portavoz de Compromís
per Torrent-. Es una persona íntegra, de unos valores humanos muy por
encima de las acusaciones que sobre él se vierten. Sé que lo pasó muy
mal aquellos días y en la medida de sus posibilidades quiso estar al
lado de las familias y arroparlas, a pesar de tener que escuchar el
reproche de quien ha perdido a su mujer, a su padre o a un hijo. No
puede –no es justo–, pagar él por la indolencia de un presidente de la
Generalitat que no quiso saber nada de Torrent aquellos días; ni por las
maniobras evasivas de Metrovalencia en la comisión de investigación; ni
por la dejación de funciones de quienes tuvieran responsabilidad en
aquel momento.
Por
eso mismo, creo que aquí el gobierno local y la oposición deberían ir
de la mano para no reabrir heridas que, a la vista de sus denuncias, aún
no se han llegado a cerrar. No nos dejemos llevar por la irracionalidad
ni por el rédito político que se pueda obtener. A ojos de la
ciudadanía, los políticos ya están demasiado mal vistos como para
enzarzarse ahora en polémicas, algunas del todo estériles e infundadas,
en lugar de buscar puntos de unión.
Presentar
mociones o exigir plenos que tienen como objetivo desacreditar a la
bancada de enfrente sólo sirve para armar follón y dividir a la
población. Y creo que eso es lo último que necesitamos ahora.
Con el debido respeto.
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